El eco (La elocuencia), de Lola Mora

La centenaria figura de mármol que lleva la firma de una de las principales escultoras del arte argentino es uno de los tesoros mejor guardados del actual Ecoparque, ex Zoológico de Buenos Aires.
Por Martín Sassone

El eco (La elocuencia) es una de las obras más destacadas de Lola Mora y tiene una historia muy particular. La figura, esculpida en mármol en 1906, integraba el primer monumento en homenaje a Aristóbulo del Valle, emplazado en el Parque Tres de Febrero, que fue destruido antes de su inauguración en un acto vandálico luego de un debate público. La obra fue rescatada e instalada en el Zoológico porteño durante la gestión del científico y naturalista Clemente Onelli. Desde hace más de un siglo se mantiene allí erguida más allá de que el predio ahora se denomine Ecoparque. El busto de Del Valle terminó en la Municipalidad de La Plata.

“La obra representa a una joven con el torso desnudo y las piernas cubiertas por un paño de textura fina que genera un importante juego de luces y sombras. Tiene el rostro sereno y un cabello abundante y desordenado. La artista habría representado la alegoría que escucha atentamente las palabras de Aristóbulo del Valle quien se caracterizaba por ser un destacado orador”, explica María José Micale, coordinadora del área de Patrimonio del Ecoparque.

Dolores Candelaria Mora Vega de Hernández, más conocida popularmente como Lola Mora, nació en abril de 1867 en Tucumán, aunque hay quienes aseguran que en realidad nació el 17 de noviembre de 1866. Se crio en una familia de clase alta, motivo por el que pudo estudiar dibujo. Quedó huérfana a los dieciocho años y eso la marcó para siempre. Gracias al pintor italiano Santiago Falcucci, profundizó sus estudios de pintura y dibujo, incorporando técnicas que provenían del neoclasicismo y el romanticismo europeos. De a poco comenzó a retratar a figuras de la alta sociedad tucumana. En 1884 presentó su colección con todos los retratos de los gobernadores tucumanos, que le valieron muy buenas críticas. Al año siguiente solicitó una beca nacional para seguir formándose en Roma y el por entonces presidente Julio Argentino Roca fue clave para que el Senado aceptara su petición.

Lola Mora pudo trascender pese a la desigualdad de un mundo machista. Pese a esto, logró mostrarse y transgredir el rol que la sociedad de la época asignaba a las mujeres. Tal vez por ello el monumento a Del Valle recibió muchos rechazos por parte de las comisiones encargadas de evaluarlo. Primero fueron los bocetos que recibían, ya que ella lo esculpió en Roma. Consideraban que “había pobreza de concepto artístico y que el monumento no está en relación con la vida fecunda del doctor Del Valle”, de acuerdo con una publicación de la época. Luego de varios análisis, discusiones, intercambios epistolares y debates técnicos se resolvió que Lola Mora siguiera adelante con la obra debido a temas contractuales. Pero su destino estaba signado: el monumento no llegó a inaugurarse debido al atentado y las esculturas fueron desmanteladas del pedestal y separadas. 

Hoy El eco (La elocuencia) exhibe toda su prestancia junto a otras obras históricas como el Arco del Triunfo, sobre Avenida Santa Fe y Las Heras, que da la bienvenida al predio, Dios Baco, de Charles Veeck; la Fuente Anchorena, con la escultura Diana la cazadora, de 1911; las Ruinas Bizantinas, un conjunto de siete columnas que fue traído desde Italia por Eduardo Schiaffino, entre 1909 y 1910. Éstas son tan sólo algunas de las variadas y valiosas esculturas que hoy habitan el Ecoparque, rodeadas de un ambiente verde en medio del cemento urbano y de la nostalgia del zoológico que ya no está.

 

 

 

 

 

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